Crónicas Dubaitíes y III

El fin de Dubai está cerca o como dirían los expatriados de allí: "Dubai is over". No es que vayan a dejar de construir rascacielos en Dubai, que eso parece que no va a pasar. Llevan unos cuantos lustros tirando de hormigón que da gusto y por lo que se ve tienen intención de seguir intentando alcanzar el cielo en cada esquina. Pero hay señales que no podemos obviar.

Dubai se acaba para mí porque terminan las razones por las que uno salta 7000 kilómetros en tres tiradas. El proyecto afronta sus últimos días y nada justifica alargar la estancia pero la cuidad de hormigón y arena robada continúa huyendo del desierto e intentando ganar espacio al mar, en un ciclo que parece inacabable  y que hace que, sin quererlo, el desierto también se estire porque cada grano de arena extraído de las costas dubaitíes es alimento de las dunas.

El fin de Dubai está escrito, es el fin de la era de los carburantes fósiles. En apenas unos años, muy pocos, se alcanzará el pico del petróleo. Es muy probable que estemos en él y no nos hayamos dado cuenta. El "Peak Oil" representa el momento en que para los extractores (que no productores) es mayor el coste de arrancar el líquido bituminoso de la tierra, tratarlo y distribuirlo que los precios que se paguen por él. Cuando esto ocurra se producirá un desequilibrio entre la oferta y la demanda que disparará los precios y reducirá el acceso mundial a esta fuente de energía, para la que todavía hoy no tenemos un recambio con las mismas prestaciones. ¿Cómo afecta eso a Dubai? Aparentemente poco porque como ellos tienen la llave de paso, pueden decidir mantener sus ingresos restringiendo el suministro a medida que el coste de extracción aumenta. Pero llegará un momento en que la curva abandone el suave descenso y se precipite a una caída brutal en la que los precios sean tan altos que sólo una élite de consumidores se los pueda permitir. ¿Quién alimentará la economía de materias primas de la que viven los emires? ¿Quién viajará a Dubai en billetes de avión tres veces más caros? ¿Existirán aviones solares? y, si es así, ¿Quiénes podrán permitirse un viaje en medios de transporte de tan alta tecnología? El turismo de Dubai, su posición geográfica como centro de paso y, en general, el interés que despierta esta ciudad como si fuera una especie de nuevo paraíso para emprendedores, se irán al traste.

Dubai se nos va. Agoniza la romántica idea del Nueva York de medio oriente que quiere ser a la vez centro de negocios, punto de escala hacia Asia y destino turístico para bolsillos sin fin. Uno no termina de sentirse agusto en esta ciudad interina que ha sustituido el tráfico de caravanas y el comercio de perlas por la ingeniería financiera. Parece como si el frío acondicionado de los edificios hubiera resecado el ambiente y las personas se hubieran arrugado como dátiles acabando con cualquier tipo de interacción humana que no sea corretear como electrones perdidos en un centro comercial. Aquí te achicharras de día pero Dubai es una ciudad fría en la que no queda rastro de la milenaria hospitalidad oriental y de la que sólo puede esperarse un final apocalíptico, cinéfilo y fácilmente imaginable de enormes edificios abandonados y cubiertos de arena cuyas tres primeras plantas estarán anegadas por el agua del mar.

Porque el día que el calentamiento global se convierta en achicharramiento colectivo, esta parte del mundo no podrá acondicionar con su petróleo la temperatura interior de los edificios ni el habitáculo de los coches. Los cuarenta y tantos grados de las calles de Dubai en verano se aproximarán peligrosamente a los cincuenta y, en ese punto, no hay aparatos de aire acondicionado que funcionen ni ventiladores de coche que disipen el calor. La visión apocalíptica se completa -y de qué manera- con el espectáculo gigantesco pero igualmente posible de las olas del mar recuperando su espacio vital y demandando la arena que les fue robada. Un pequeño aumento de la temperatura del planeta va a provocar el incremento del nivel de mar lo suficiente como para que las palmeras (zonas residenciales ubicadas en islas artificiales junto a la costa) sucumban bajo las olas como una nueva atlántida. La tecnología holandesa de diques no podrá contener la avalancha marina.

En fin, Serafín. Aquí termina Dubai. Dubai se nos va ... y yo que lo vea. Salam.